Alemania: chirridos rojiverdes

Lluís Cànovas Martí  /  22.9.1999

[ Vegeu també: La Alemania de la gran coalición / Apuntes sobre políticas nacionales en la UE: Alemania ]

Las elecciones regionales celebradas en Hesse el 7 de febrero se convertían en el primer revés sufrido por la recién estrenada coalición del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y Los Verdes en el gobierno federal: los socialdemócratas, pese a mejorar resultados, tenían que ceder el puesto en este länd a los democristianos, porque los verdes, con cien mil votos menos, habían perdido cinco escaños. Era sólo el comienzo de la serie de adversidades sufridas por la polí­tica del canciller Gerhard Schröder a lo largo del año, en la que los verdes estuvieron siempre en el ojo del huracán.

En Hesse el banderín de enganche de la derecha, que atizó la xenofobia latente, fue una ley de extranjería que abría las puertas a la doble nacionalidad de los inmigrantes y sus hijos. Se trataba del mis­mo argumento que se utilizaría más tarde para explicar el descenso de ambas formaciones en las elecciones europeas (14 de junio).

Pero el electorado les giraba la espalda también por otros motivos. En primer lugar, la naturaleza misma de la alianza que los unía, realizada, en aras de una supuesta mayoría de centro, con el sacrificio de sus respectivas corrientes de izquierda. Se desautorizó al ministro de Economía y anterior líder socialdemócrata, Oskar Lafontaine, a través de un largo enfrentamiento interno que forzó a que dimitiera. Por su parte, los verdes consumaban la renuncia inmisericorde a sus mismos principios fundacionales: la idea del «partido antipartido» de base asamblearia que, entre otras provisiones, en 1980 primó la rotatividad de sus cargos electos como garantía contra los excesos de la profesionalización, se derrumbaba ante la lógica de la participación estatal; la esencia ecopacifista forjada en la lucha antinuclear de la década de 1980, recogida en el pacto de gobierno a través del programa de cierre progresivo de las centrales nucleares y la prohibición inmediata del reprocesamiento de los residuos que generan, quedaba hecha trizas por la claudicación del fundi Jürgen Trittin, ministro de Medio Ambiente, quien, en enero, vio cómo se le imponían los contratos con las empresas de reprocesamiento galas, mientras el lobby nuclear rechazaba su horizonte de cierre de plantas atómicas, finalmente (18 de junio) pospuesto a sus espaldas para el lejano 2024. Auténtico sarcasmo histórico, al líder ecopacifista del sector realo, Joschka Fischer, le correspondería en marzo, en su condición de titular de Asuntos Exteriores, la responsabilidad de la primera intervención militar alemana desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en Kosovo, y durante el congreso verde (12 de mayo) sufriría, donde las dan las toman, una perforación del tímpano al impactarle en el oído una bolsa de pintura lanzada contra él por un grupo de sus airados compañeros.

La propuesta gubernamental de un plan de austeridad económica con fuertes recortes sociales (23 de junio) proporcionaría nuevos argumentos: en Sarre y Brandeburgo las elecciones (5 de septiembre) fueron una auténtica humillación para los socialdemócratas, que cedieron respectivamente la mayoría absoluta y la mayoría simple a sus adversarios cristianodemócratas, al igual que sucedería después en Turingia (12 de septiembre) y en Sajonia (19 de septiembre). En ninguno de estos länder obtendrían los verdes representación alguna. A la vista de la nueva correlación de fuerzas en el Bundesrat (cámara alta de las regiones), los planes legislativos de Schröder se veían amenazados y las tensiones rojiverdes parecían estallar por todas partes

[ Vegeu també: La Alemania de la gran coalición / Apuntes sobre políticas nacionales en la UE: Alemania ]

Lluís Cànovas Martí, «Alemania: chirridos rojiverdes»Escrit per a l'Anuario Océano 1999, Editorial Océano, Barcelona, 2000