Markus Lüpertz, El guerrer caigut (1994), escultura emplaçada davant del Teatre de l'Oest, a Kantdreieck, Berlín-Charlottenburg: una mostra representativa del paper que aquest artista atorga al mite clàssic, en aquest cas la tragèdia grega.
Lluís Cànovas Martí / 28.5.2002 (Rev. 26.8.2014)
[ Vegeu també: Alemania. Entre las vanguardias expresionistas y conceptuales (1990-2002) ]
El pintor y escultor alemán Markus Lüpertz (Liberec, Bohemia 1941) es una de las figuras más representativas del neoexpresionismo centroeuropeo de postguerra. Estudió Bellas Artes en Krefeld y Düsseldorf, y en 1961 instaló su taller en Berlín. En su Manifiesto ditirámbico (1966) exaltó la fusión del hombre con la naturaleza, y esa toma de posición determinaría que la pintura de su primer período fuese comúnmente calificada como «ditirámbica». A finales de la década de 1960 un cambio de trayectoria le condujo a estructurar sus composiciones plásticas conforme a criterios que perseguían un mayor equilibrio entre la estructura formal surgida de la abstracción y su interpretación figurativa. En ese camino, el paso por una pintura «de motivos» —que arranca de un viaje a Italia en 1970— y por otra «de estilo» —que a partir de 1977 descubre la importancia de la forma— son meras etapas de un reencuentro con la tradición alemana del realismo social que en el período de entreguerras encarnó Max Beckmann y que en la generación de Lüpertz —con sus compatriotas George Baselitz, Jörg Immendorff, Anselm Kiefer y A. R. Penck, y el danés Per Kirkeby, que son otras de sus figuras emblemáticas— cristalizaría en una corriente expresionista «germánica» netamente diferenciada del expresionismo americano. La andadura del nuevo movimiento se reafirmó mediante el rechazo vehemente del pop art en boga y creó un ambiente de polémica marcado por unas diferencias estéticas abismales que, de entrada, cerraron a sus seguidores las puertas del mercado del arte. En el caso de Lüpertz, las investigaciones sobre el volumen le llevarían en la década de 1980 a sus primeras esculturas, que recuperan ya sin complejos la figura humana y denotan la influencia del clasicismo griego, el arte africano, el cubismo y el surrealismo: en yeso al comienzo, terracotas luego y, posteriormente, en bronce tratado como «talla» y casi siempre pintado para acentuar dicho efecto. Sus temas establecen un juego de intertextualidad, de memoria y de forma en el que las citas y las referencias cultas explicitan el diálogo con el pasado, el interés por la literatura —en especial por los mitos clásicos y la poesía— y un profundo sentimiento religioso. En 2002 una importante muestra antológica con 180 piezas del artista fue la última de las exposiciones que el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) realizó en el Centre del Carme, antes de que en mayo de ese año cerrara sus puertas.
[ Vegeu també: Alemania. Entre las vanguardias expresionistas y conceptuales (1990-2002) ]
Lluís Cànovas Martí, «Markus Lüpertz y el neoexpresionismo alemán»Escrit per a l'enciclopèdia Larousse 2000 (Actualización 2003), Barcelona, 2003