Model for a Hotel, de l'artista alemany Thomas Schütte, exposada a Londres l'any 2007. L'artista va concebre l'obra arran d'una invitació de la Royal Society of Arts britànica pel Fourth Plinth Project. Aquest projecte promou des de 1999 la ocupació temporal de la peanya buida de Trafalgar Square mitjançant peces dels artistes convidats
Lluís Cànovas Martí / septiembre 2002
[ Vegeu també: Markus Lüpertz ]
Los artistas alemanes entraron en el siglo XXI enzarzados aún en su particular batalla por recuperar la memoria histórica: tema de fondo que desde mediados de los años sesenta palpita como trasunto en todos los debates intelectuales del país. Durante la ebullición ideológica de aquella década, la recuperación de la tradición expresionista germánica, llevada a cabo por Georg Baselitz, Markus Lüpertz, Sigmar Polke, Karl Horst Hödicke, Bernd Koberling…, se perfilaría en tendencias: el realismo crítico de Ulrich Baehr; el realismo dramático de Baselitz y Eugen Schönebeck; el realismo capitalista de Georg Richter y Polke, por citar algunas agrupaciones que adjetivaron las exposiciones de la influyente cooperativa Grossgörschen 35 de Berlín, desaparecida en 1966, cuando la dispersión de los artistas que agrupaba brindó su oportunidad al arte conceptual. Éste, en su evolución desde el minimalismo, y del dadaísmo representado por Wolf Vostell, tenía entonces sus mayores exponentes en Hans Haacke y, sobre todo, en Joseph Beuys (cuya primera exposición individual, de 1965, se adscribía al body art). Prosperó la experimentación de Gerhard Richter con fotografías, en un intento de despersonalizar el arte que derivaría en la serie 18-X-77 (dedicada al asesinato carcelario de los miembros de la Baader-Meinhof). Con el boom del mercado del arte, en 1981 el neoexpresionismo alemán atrajo el interés internacional bajo el marchamo de los «jóvenes salvajes», y mantenía aún su vigencia transcurridos veinte años. Pero el arte joven del 2000 seguía otros rumbos: el grupo End-Art trabajó desde 1985 con materiales reciclados que replanteaban la relación con el medio ambiente, y tras la reunificación (1990) se multiplicaron las corrientes conceptuales basadas en la crítica social y política o interesadas en profundizar la naturaleza del arte y de la representación. En ese proceso, las diferencias entre pintura y escultura se borran en la tridimensionalidad de la obra de muchos pintores (Lüpertz, por ejemplo) y en las instalaciones, donde ocupan un lugar central la fotografía y el vídeo-arte, y con frecuencia adoptan una dimensión escenográfica y arquitectónica, como entre un grupo de la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf (Reinhardt Mucha, Thomas Schütte…) que se plantea la función simbólica de los edificios y elementos urbanos.
El urbanismo del Berlín reunificado se ha convertido en una referencia del nuevo milenio: tiene como escaparate privilegiado las actuaciones en torno a Alexanderplatz, la Potsdamer Platz y el Reichstag reformado por Norman Foster, miembro de la élite de arquitectos internacionales (Rossi, Gehry, Piano…) que ha diseñado algunos de los proyectos más emblemáticos; entre los autóctonos, Helmut Jahn (Sony Center, con la Bahntower), Peter Schweger (A+T Hochhaus Potsdamer Platz), Jürgen Sawade (edificio de oficinas en el paseo Unter den Linden), Hans Kollhoff (Kolhoff Tower, en Potsdamer Platz), Helga Timmermann, Axel Schultes…
[ Vegeu també: Markus Lüpertz ]
Lluís Cànovas Martí, «Alemania. Entre las vanguardias expresionistas y conceptuales»Escrit per a l'enciclopèdia Larousse 2000 (Actualización 2003), Barcelona, 2003