Lluís Cànovas Martí / 16.9.2004
Arvo Pärt nació el 11 de septiembre de 1935 en la localidad estoniana de Paida. Es uno de los músicos más representativos del movimiento de la posmodernidad y, según algunos críticos, de la corriente conocida como new simplicity.
En el conservatorio de Tallin estudió composición con Heino Eller. Gracias a su trabajo como técnico de grabación en la Radio de Estonia y a las relaciones de esta emisora con Suecia y Finlandia, pudo tener un conocimiento de las vanguardias occidentales inusual entre los músicos de la Unión Soviética.
De esa época datan sus primeras composiciones, en general música de escena y para el cine (donde colaboró con una cincuentena de películas), que habrían de servirle de aprendizaje para una carrera en la que experimentaría una rápida transición: unos comienzos marcados por un neoclasicismo que delata la influencia de Prokofiev y que obtendría con la cantata para coro infantil Our Garden y el oratorio Stride of the World el reconocimiento tardío en sendos premios que le fueron concedidos en 1962, cuando ensayaba ya nuevas salidas compositivas; el breve paso por el sistema serial, con Nekrolog (1960), la primera composición serial estonia; el uso de técnicas intertextuales, que arranca con Collage sobre Bach (1964) y que lo adentran en un período en el que la estigmatización gubernamental sobre la producción religiosa determinó la prohibición de su Credo (1968), sin menoscabo de que otras de sus piezas fuesen elogiadas por la crítica oficial; la recuperación de la polifonía y de elementos propios de las liturgias gregoriana y ortodoxa en obras como Sinfonía nº 3 (1971) y la cantata Laul armastatule (1973).
Tras un período de silencio y reflexión, su pieza pianística Para Alina (1976) y su Tabula rasa (1977) se acercan al minimalismo de la escuela báltica y perfilan los rasgos que conformarán toda su obra de madurez: una música articulada con muy pocos elementos y tiempos muy amplios, que busca el equilibrio y la belleza formal, y que con la técnica compositiva de la «tintinabulación» (del latín tintinnabuli, «campanitas», que se basa en el recurso a pocos elementos, generalmente una o dos voces, que proporcionan un sonido como de campanas) conforma uno de sus rasgos de estilo más característicos. El particular universo sonoro resultante oscila entre la inmutabilidad y la improvisación, la sencillez, el misticismo y el misterio, elementos fundamentales en la entusiasta recepción que suele tener su música.
En 1980 se exilió a Viena, al año siguiente, se instaló en Berlín y luego se trasladó a Hannover. En su extenso catálogo se cuentan Cantos en memoria de Benjamin Britten (1980), La pasión según san Juan (1982), Te Deum (1986), Magnificat (1989), Berliner messe (1992) y Requiem (2000). La popularidad alcanzada por la música de Pärt determinó que, en los últimos años, algunas de sus partituras fueran incorporadas a la banda sonora de películas como Elogio del amor (Jean-Luc Godard, 2001), Soldados de Salamina (David Trueba, 2002) y Heaven (Tom Twyker, 2002).
El 1 de julio de 2004 tuvo lugar en el Auditori de Barcelona el estreno mundial de Da Pacem Dominis, salmo encargado por Jordi Savall a Arvo Pärt para el concierto por la paz en el mundo que, con la presencia del compositor y bajo la dirección del músico catalán, se celebró en el marco del Fórum de las Culturas.
Lluís Cànovas Martí, «Arvo Pärt»Escrit per a l'Apéndice Gallach 2002-2004, Editorial Océano, Barcelona, 2005