Literatura gallega (1980-2002)
Lluís Cànovas Martí  /  15.9.2002

Con el impulso que recibieron en el postfranquismo, las letras gallegas se situaron en uno de los momentos más brillantes de su historia. Se publicaron más obras en lengua gallega durante las dos últimas décadas del siglo XX, que en los cien años anteriores. En los comienzos de la democracia se produjo el último gran relevo generacional, cuando las muertes de Ramón Otero Pedrayo (1976), Eduardo Blanco-Amor (1979), Álvaro Cunqueiro y Rafael Dieste (1981) y Áxel Fole (1986), convirtieron a los autores de la «nova narrativa galega» de los años sesenta en albaceas de la creación en esa lengua. Sin embargo, esa narrativa renovadora cerró su «ciclo» (como califica X. González Gómez a la nueva narrativa, frente a M. Forcadela y M. Camino, que la tipifican respectivamente de «escuela» y «movimiento») con tres obras de 1980: los relatos de Crónica de nós, de Xosé Luís Méndez Ferrín, y las novelas Cara a Times Square, de Camilo González Suárez-Llanos, firmada con el pseudónimo de Camilo Gonsar, e Ilustrísima, de Carlos Casares, las cuales se integran en un nuevo discurso narrativo. Ilustrísima, por ejemplo, constituye, con Os mortos daquel verán (1987) y Deus sentado nun sillón azul (1996), una ambiciosa trilogía sobre la Galicia del siglo XX, que en la primera entrega escapa ya a las características de la «nova narrativa», para desvincularse plenamente de ella en las otras dos. La muerte de Cunqueiro dio lugar a una legión de discípulos, entre los que cabe mencionar a Darío Xoan Cabana (Galvan en Saor, 1989; Fortunato de Trasmundi, 1990; Morte de rei, 1996). Xavier Alcalá es el último autor realista (A nosa cinza, 1980; Latitude austral, 1991; Código Morse, 1996). Más imbricados en la fantasía, Xosé Manuel Martínez Oca (Un ano e un día y A fuxida, 1980, y Diario de inverno, 1994), Alfredo Conde (Breixo, 1981; Xa vai o Griffon no vento, 1984, y Sempre me matan, que en 1995 representó un regreso a la novela burguesa del XIX) y Víctor Freixanes (O triángulo inscrito na circunferencia, 1982; O enxoval da noiva, 1989; A cidade dos Césares, 1993). La modernidad está representada por Anxo Rey Ballesteros (Dos anxos e dos mortos, 1977; Loaira, 1992) y tres figuras indiscutidas: Suso del Toro (Caixón de sastre, 1983; Polaroid, 1986; Land Rover, 1986; Tic-Tac, 1993; Trece campanadas, 2002), Manuel Rivas (Os comedores de patacas, 1991; En salvaxe compaña, 1994; ¡Que me queres amor; 1996, premio nacional de Narrativa; As chamadas perdidas, 2002) y Xosé Cid Cabido (Fouman, 1988; O camiño de Middelharnis, 1989; Días contados, 1991; Panificadora, 1994). Las corrientes posmodernas (juego de citas, fragmentarismo, discontinuidad narrativa.) están representadas por Xurxo Borrás (Cabeza de chorlito, 1991; Criminal, 1994; Eu é, 1996), Xerardo Méndez (O cazador, 1991; As horas que nos quedan, 1997), Manuel Seixas (A velocidade do frío, 1996) y Xosé Carlos Caneiro (Un xogo de apócrifos, 1997, Triloxia dos tristes, 2001). La poesía actual está dominada por la eclosión de la generación de los ochenta: Manuel Rivas, Pilar Pallarés, Eusebio Lorenzo Baleirón, Paulino Vázquez, Ana Romaní, Alfonso Pexegueiro, Gonzalo Navaza., son sólo algunos de sus nombres. El arte dramático gallego está marcado tanto por la obra de los patriarcas de la escena gallega (Blanco-Amor, Cunqueiro y Dieste) como por la experiencia del festival de Abrente, que desapareció en 1980 determinando la profesionalización de compañías independientes como Teatro de Estaribel o la Compañía Luis Seoane, y la creación del Centro Dramático Galego (1984). Destacan autores como Manuel Lourenzo (O perfil do crepúsculo, 1995; Veladas indecentes, 1996), Roberto Vidal Bolaño (Cochos, 1992; Días sen gloria, 1993; Rastros, 1998; Doentes, 1999) y Euloxio R. Rubial (Azos de esguello, 1990; Maremia, 1996). También Miguel Anxo Fernán-Vello, Luisa Villalta, Henrique Rabunhal, Xesús Pisón, Cándido Pazó, Gustavo Pernas, Xavier Lama.

Lluís Cànovas Martí, «Literatura gallega (1980-2002)»
Escrit per a Larousse 2000 (Actualización 2003), Spes Editorial, Barcelona, 2003