Poeta en lengua catalana (Gandia, 1397-València, 1459). Su obra conocida -128 poemas que suman 10.261 versos- constituye una de las cumbres de la literatura catalana y ejerció gran influencia no sólo en los poetas catalanes posteriores sino también en autores del Renacimiento castellano como
J. Boscán, G. de la Vega, G. de Cetina, D. Hurtado de Mendoza y, sobre todo, F. de Herrera, quienes la conocieron a través de las traducciones de Baltasar de Romaní (1539) y J. de Montemayor (1560). Caballero de origen burgués y cuñado de J. Martorell, Ausiàs March tomó parte en 1420 en la expedición de Alfons V el Magnànim a Nápoles y Sicilia, en cuyo transcurso participó en la conquista de Cerdeña. Por este hecho de armas fue distinguido con el señorío de Beniarjó en 1425. Se estima que su obra, toda ella de tono sentencioso e introspectivo, fue escrita a partir de esta fecha y, en ausencia de una cronología rigurosa, aparece catalogada en cuatro cancioneros: Cantos de amor, Cantos de muerte, Cantos morales y Canto espiritual. El conjunto señala vagamente el paso de la juventud a la vejez del autor, y en los Cantos morales evidencia la asimilación de la filosofía aristotélico-tomista. Usa una lengua culta, exenta de términos provenzales -salvo en una veintena de casos, por necesidades de versificación- e introduce palabras y expresiones vulgares del léxico cotidiano y doméstico. El recurso a lo popular es visible también en las frases exclamativas e interrogativas, que facilitan el acercamiento al lector, y en la elaboración literaria de los personajes, llevada a cabo mediante comparaciones, antítesis, imágenes y metáforas. Utiliza el decasílabo con cesura en la cuarta sílaba, de tradición trobadoresca; la estrofa de los Cantos de amor es la octava; emplea la décima en los Cantos morales, y el verso libre en el Canto espiritual. La ausencia de aderezos denota su modernidad y acaso sea la característica más destacada de sus versos: dureza de estilo, que llega incluso a una violencia sintáctica muy distante del refinamiento literario propio del humanismo, y dureza de los temas tratados, en todo alejados de las convenciones de la lírica trovadoresca coetánea y del dolce stil nuovo de Dante y Petrarca, sus referentes personales. Resulta asimismo destacable como muestra de su modernidad la ruptura, casi radical, respecto a los temas amorosos de la lírica, para los que adopta una perspectiva intimista que lo aparta del amor cortés y en los que la dama cantada por el poeta -identificada, conforme a la herencia de los trovadores, con un pseudónimo o senhal en el primer hemistiquio del primer verso del estribillo- es presentada con sus virtudes y defectos. |