Fiódor Dostoievski, un esbozo biográfico

Lluís Cànovas Martí  /   12.2.2013

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Es un lugar común del género biográfico que las biografías no explican a un genio, pero la de Dostoievski señala inequívocamente sus demonios, un rastro azufroso que recorre toda su obra. Sus novelas, ejemplo paradigmático del sufrimiento humano y de los abismos del alma, han sido profusamente analizadas por la crítica literaria, que ha caracterizado la obra de Dostoievski como una de las cumbres de la literatura universal y, también, como máximo exponente del realismo ruso y precursora de la novela existencialista del siglo XX. La envergadura trascendente de la producción dostoievskiana tiene, efectivamente, su correlato en el itinerario vital del autor y se fundamenta tanto en los infortunios psicológicos que acompañaron al escritor desde el nacimiento (los cuales se manifestarían de modo recurrente en forma de epilepsia y serían póstumamente objeto del análisis del propio Sigmund Freud) como en los distintos episodios de su atormentada vida, en la que la fragilidad frente a su pulsión por la ruleta y la angustia causada por las pérdidas que le ocasionó y otras deudas sobrevenidas (pérdidas en sus iniciativas periodísticas, asunción de los huérfanos de su hermano...) irán de la mano en su búsqueda de las verdades esenciales del ser humano, sin duda el don más apreciado de su legado.

De la cuna a la Escuela Militar

Fiódor Dostoievski nació el 11 de noviembre de 1821 en el Hospital de los Pobres de Moscú, en donde el padre, Mijail Andreyévich, ejercía de médico. Hombre este de carácter despótico, y bebedor empedernido, alternaba los abismos de depresión y remordimiento, propios de los alcohólicos, con el mal trato a su mujer y sus hijos (Barbara, Aleksandra, Fiódor y el primogénito, Mijail, que será el sostén de Fiódor en los descalabros), estudiantes ellos desde 1834 en el Liceo Chermak, que acogía a los hijos de la nobleza moscovita. La madre, Maria Necháyev, sucumbirá al mal trato del marido y a la tuberculosis en 1837, y con solo 36 años de edad dejará en la orfandad a sus vástagos, y a un adolescente Fiódor, de 16, con el dolor de un complejo de edipo no resuelto (si hay que creer en los diagnósticos coincidentes de Freud y de sus tardíos discípulos lacanianos). El padre, hundido en una de sus crisis de aflicción, internaría al cabo de dos meses a los jóvenes en la Escuela Militar de Ingenieros de San Petersburgo: Mijail no supera las pruebas físicas exigidas; Fiódor sobrellevará la dureza disciplinaria del internado con la lectura de los clásicos (Pushkin, Gógol... y, entre los extranjeros, Shakespeare y Balzac): Gógol y Balzac en el horizonte de su imaginario alientan la ruptura de sus constreñimientos.

El «trauma crucial»

Su coercitiva rutina militar se ve atribulada profundamente en 1839 por el asesinato del padre: propietario desde 1831 de la aldea de Darovoye y de sus pobladores, el padre deviene la víctima de su propia brutalidad al ser asesinado por sus siervos en un oscuro episodio de venganza que ejemplifica el ocaso de un régimen feudal que se resiste a abolir la servidumbre. Según el padre del psicoanálisis, ese episodio causa en el futuro escritor un «trauma crucial» que reemplaza su resentimiento hacia la figura paterna y decidirá su destino ante la mala conciencia que le ocasiona saber que esa muerte realiza sus sueños reprimidos.

Aún en el debate de esa tormentosa lucha interior, en 1843 completa Dostoievski su formación militar. Con el despacho de oficial, obtiene un destino en la sección de proyectos del ejército. Pero lo abandona ese mismo verano, tras pedir el retiro: acaba de conocer a su admirado Balzac (llegado a San Petersburgo para reunirse con su futura esposa, la polaca Eweline Hanska) y decide emprender la carrera literaria. Obtiene los primeros ingresos con la traducción de Eugénie Grandet del maestro francés; escribe Pobres gentes. La temática social de esta su primera novela será una constante en toda su obra, el trasfondo que enmarca la vida de sus personajes. Cuando en 1846 se publique será recibido como un nuevo Gógol.

Al año siguiente, 1847, las ideas social-liberales lo acercan al Círculo de Petrachevski, donde se aboga por los ideales del cambio social y político. La represión policial que sigue al estallido revolucionario en Europa se ceba en 1849 sobre el grupo durante un acto consagrado a Fourier. Dostoievski no se encuentra entre los presentes, pero será acusado de conspirar contra el zar por la lectura pública de una carta en la que el crítico Belinski (principal publicista del escritor) reprocha a Gógol su alineamiento monárquico. Tras ocho meses de cárcel, son todos puestos ante el pelotón de ejecución y conmutadas in extremis sus penas de muerte, en su caso por la de cinco años de reclusión y trabajos forzados. Los cumple en la siberiana Omsk, donde halla consuelo en la Biblia y fundamenta su creencia de que el sufrimiento es, más que un castigo, el sentido secreto de la vida. En lo político, gira hacia un conservadurismo que abomina del ateísmo socialista y se centra en un pensamiento eslavófilo que recupera los valores tradicionales de la iglesia ortodoxa como el aliento irrenunciable del pueblo en la búsqueda de la justicia social, por lo que rechaza radicalmente el mensaje nihilista implícito en los atentados narodniki de su tiempo. Rehabilitado, aborda con su hermano la experiencia periodística: fundan la revista Vremia en 1861, suspendida dos años después por el gobierno, y Epoja, en 1864, que cerrará al siguiente ahogada en las deudas

Su vida amorosa se mueve entre tres mujeres: Maria Dimitrievna, a la que conoce durante el destierro y que será su esposa desde 1857 hasta 1864, año este en que muere tísica; la aventura pasional y desquiciante con la estudiante Pólina Suslova, en vida aún de su primera esposa; su joven taquígrafa, Anna Grigorievna, con la que se casa en 1867 y dos de cuyos hijos llegarán a la edad adulta, aunque les sobrevivirá el escritor, fallecido de una hemorragia pulmonar el 9 de febrero de 1881.

En algunas de sus obras aparecen perfectamente reconocibles algunos de sus pasajes vitales: Memorias del subsuelo (1864), obra que la crítica del siglo XX señala como la más representativa del «protoexistencialismo» disperso en la producción del autor; El idiota (1868), con la experiencia de la ejecución; también su paso por el presidio en Recuerdos de la casa de los muertos (1862); el drama del crimen en Crimen y castigo (1866); en El jugador (1866), que dictó a su futura esposa, destila sus reflexiones de sufrido ludópata. Sus puntos de vista sobre el socialismo los expuso en Demonios (1871) y en Diario de un escritor (1873-1881), su obra más explícitamente autobiográfica, que refiere asimismo el pasaje de la ejecución. El «trauma crucial» planteado por Freud aparece en Los hermanos Karamazov (1879), su última novela, considerada su obra maestra, donde recrea las consecuencias morales del asesinato.

[ Vegeu també: Vladimir Sorokin, la provocación posmoderna ]

Lluís Cànovas Martí, «Fiódor Dostoievski, un esbozo biográfico»Escrit per a Grandes personajes universales, Ed. Océano, Barcelona, 2013