Lluís Cànovas Martí / 29.9.1999
[ Vegeu també: La caída del bloque soviético y la postguerra fría / Coordenadas de la globalización en 1999 / La construcción europea en el siglo XXI / Las guerras del Golfo y la globalización ]
A diferencia de lo sucedido en 1991 durante la guerra del Golfo, la intervención aliada en el conflicto de Kosovo fue una iniciativa que se saltó los procedimientos legitimadores de Naciones Unidas y contó con el apoyo mayoritario de la opinión pública. Las noticias de las masacres serbias de marzo inclinarían definitivamente la balanza en ese sentido, y de nada sirvió que más tarde, sobre el terreno, fueran puestas en entredicho por los corresponsales de Le Monde Diplomatique y Le Fígaro. Por lo demás, las energías que los pacifistas gastaron en contra de la intervención aliada en Irak a principios de la década de 1990, encontraban ahora su cauce pragmático a través de las ONG, conforme al reparto de papeles asignado en el nuevo orden mundial. En ese contexto, las discrepancias aliadas en torno al núcleo duro estadounidense-británico (apoyado incondicionalmente por el gobierno español de José María Aznar) se limitaron al testimonial distanciamiento del verde Joschka Fischer, quien se estrenaba en la cartera de Asuntos Exteriores alemana.
El debate quedó circunscrito a un tema de apariencia técnica: la eficacia limitada de los bombardeos aéreos y la disyuntiva de una eventual intervención terrestre, en la medida que las previsiones de que las bombas forzarían a la inmediata capitulación del régimen de Slobodan Milosevic se iban viendo desmentidas por el paso de los días y el cierre de filas del pueblo serbio en torno al dictador. Entretanto, crecía la evidencia de que el empantanamiento de la situación favorecía las posiciones de Estados Unidos, amenazados a comienzos de año por la irrupción de un euro en alza que con la guerra plegó velas ante el dólar, y beneficiados por el endeudamiento que para Europa implicaba el coste de la intervención y la expectativa de beneficios millonarios que se derivarían de las inversiones aplicables a la reconstrucción. El pretexto para la divergencia lo proporcionó la constatación de que precisamente las mayores masacres genocidas serbias se desataron tras los bombardeos, y el reconocimiento de las matanzas causadas los días 12 y 14 de abril por la aviación de la OTAN, calificadas por la propaganda aliancista como «efectos colaterales no deseados», algo que no encajaba con el argumento de la intervención humanitaria invocada.
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Lluís Cànovas Martí, «Kosovo: la guerra "humanitaria"» Escrit per a l' Anuario 1999 Océano , Editorial Océano, Barcelona, 2000