Adoració dels reis mags (1956), de Lamidi Fakeye. Relleu d'una porta de la catedral d'Ibadan [Foto: Lluís Cànovas]
Lluís Cànovas Martí / 18.5.2004
[ Vegeu també: [Literatura] Ken Saro-Wiwa ]
A comienzos del siglo XX, las formas del arte ancestral nigeriano estaban representadas por la imaginería yoruba del noreste del país. Se trataba, básicamente, de máscaras y, sobre todo, de esculturas monumentales (que tienen en Aregoun d'Osi-llorin, 1888-1954, a su artista más representativo). Sin embargo, la producción yoruba sufrió la presión transformadora de la Sociedad de Misiones Africanas, que desde 1946 incorporó a algunos artistas locales de Oye-Ekiti (como George Bandele) a trabajar para la iglesia. Surgiría así una escultura neotradicional que trascendió luego en diversos encargos: el mobiliario para el parlamento de la región occidental (1956) y las puertas de la catedral (1956) y del Hospital Universitario de Ibadán (1960), obras todas de Lamidi Fakeye, quien tras viajar a Europa en los años sesenta pasó a ejercer la docencia en la Universidad de Ifé. Algunos de sus discípulos, como Agbo Folarin y Moyo Okediji, adoptarían un camino de modernidad que superó al maestro. La transculturación surgida de la influencia colonial europea había, además, fructificado en un arte figurativo netamente nigeriano que, desde la década de 1930, tuvo sus maestros en Aina Onabolu y Akinola Lasekan, pioneros del arte moderno del país, que se asentaron en Lagos. En los años inmediatos las enseñanzas de Kenneth C. Murria, contratado por la administración colonial, rechazaban el eurocentrismo de aquellos pioneros y proponían el acercamiento de la estética indígena al arte moderno. El resultado fue el nacimiento de un grupo de artistas de élite (Ben Enwonwu, uno de los artistas africanos más importantes del siglo XX, y otros nombres ilustres como C.C. Ibeto, Uthman Ibrahim, D.K. Nnachy y A.P. Umana) que se encargaron de formar a las siguientes generaciones.
A partir de 1958 la actividad emprendida por el matrimonio de pintores Uli Beier y Susanne Wenger, que regresaban de Europa, dio nacimiento a la Escuela de Oshogbo: Denis Williams, Duro Lapido, Jacob Afolabi, Rufus Ogundele, Georgina Bats, Muraina Oyelami, Twin Seven Seven, Kola Sorunke, Tijani Mayakiri, son algunas de sus figuras más representativas, que poseen un especial dominio de las técnicas artísticas, incluidas las artes gráficas.
En el período poscolonial destaca la influencia de la Zaria Art Society, que se planteó el papel de las culturas tradicionales: Gimo Akolo, Yusuf Grillo, Demas Nwoko, Uche Okeke y Bruce Onobrakpeya son algunos de sus artistas. Uche Okeke, por ejemplo, se inspira en la pintura corporal uli (basada en el tinte de indigo) de los igbo, que, tras la guerra civil de 1967-1970, se incorporó a la definición identitaria de la cultura nacional que reivindica esta etnia. Entre los innovadores del movimiento uli, centrado en la Escuela Nsukka , se cuentan Tayo Adenaike, Obiora Udechukwu, Olu Oguibe y Marcia Kure, así como, a partir de 1986, 13 artistas reunidos en el grupo AKA.
[ Vegeu també: [Literatura] Ken Saro-Wiwa ]
Lluís Cànovas Martí, «Nigeria: de la imaginería yoruba a la Escuela Nsukka»Escrit per a Larousse 2000 (Actualización 2005) , Spes Editorial, Barcelona, 2005