La douçe musique te fait danser (2000), acrílic sobre tela, de Robert Combas
Lluís Cànovas Martí / septiembre 2002
En los años ochenta había irrumpido de forma categórica la figuración, frente a las corrientes informalistas (principal contribución francesa al arte de la segunda mitad del siglo) surgidas en la inmediata posguerra y a las formulaciones conceptuales que siguieron al movimiento de Mayo de 1968. Su presentación tuvo lugar en 1981 mediante la exposición «Finir en beauté», presentada en París con obras de Robert Combas, Hervé di Rosa, Rémy Blanchard…: planteada a modo de manifiesto por una pintura popular que renunciaba a cualquier veleidad trascendente y se acercaba, con particular espíritu dadaísta, a los mundos del cómic y la publicidad. Otro de los artistas de aquella exposición, Jean-Michel Alberola, se convertiría en el máximo exponente de una variante «culta», a la que se sumaría Gérard Garouste. En los años siguientes, la nueva figuración (o «figuración libre», como la nueva corriente se consagraría de la mano de comisarios y críticos) se reafirmó como un valor «nacional» frente al auge del graffiti estadounidense y los neoexpresionismos alemán (los «jóvenes salvajes») e italiano (la transvanguardia). Una segunda oleada de arte conceptual tuvo lugar en la segunda mitad de la década cuando los artistas franceses recuperaron la práctica objetual en la que su compatriota Marcel Duchamp, con sus ready made, había sido pionero, pero que resurgía ahora por el cruce de influencias de Andy Warhol y Joseph Beuys: Christian Boltanski, Philippe Thomas, Bertrand Lavier, Patrick Saytour, Bernard Joisten… Son algunos de quienes practicaron la objetualidad en Francia y abrieron en este país las puertas de lo neoconceptual, al plantear que el fenómeno artístico, más que un modo de expresión, es un complejo proceso en el que el «objeto de arte» no tiene sentido por sí mismo si no es a través de la filosofía, la historia y la crítica. A diferencia del arte conceptual de los años sesenta, que giraba en torno al concepto-idea, los artistas neoconceptuales hacían hincapié en el concepto-mercancía, una distinción que, por basarse en la división entre representación plástica y referencia lingüística hecha por el pensador Michel Foucault en varias de sus obras (y que ejemplificó en 1989 en Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte), cabe considerar genuinamente francesa.
Lluís Cànovas Martí, «Francia. Una vanguardia al filo de la trivialidad (1980-2002)»Escrit per a l'enciclopèdia Larousse 2000 (Actualización 2003), Barcelona, 2003