György Ligeti

Lluís Cànovas Martí  /  27.10.2006

György Ligeti fue el primer miembro de la vanguardia musical del siglo XX que traspasó el cerco impuesto por la cultura de masas a la llamada «música contemporánea». Sucedió cuando Stanley Kubrick eligió para su película 2001, una odisea del espacio (1968) un fragmento del «Introitos» del Réquiem para soprano, mezzosoprano, dos coros mixtos y orquesta (1965) de Ligeti y, sin el conocimiento del músico ni respeto a sus derechos de autor, lo utilizó como banda sonora de aquella secuencia clave del film en que los homínidos descubren el monolito. Esa utilización inapropiada de su música le reportaría ante los tribunales 3.000 dólares de indemnización, y aun tras su muerte (ocurrida en Viena el 12 de junio de 2006, a los 83 años) aquella contribución involuntaria a la película siguió siendo su carta de presentación fuera del círculo minoritario de los melómanos vanguardistas.

Músico de formación académica, Ligeti estudió desde 1941 con un discípulo de Bartók, Ferenc Farkas, quien le transmitió el conocimiento de las técnicas de producción sonora, las texturas y los colores del gran maestro húngaro, a quien además siguió los pasos en el estudio de la música popular de su tierra, Rumanía (Ligeti había nacido el 28 de mayo de 1923 en la transilvana Dicsószentmárton, entonces en Hungría). Sus estudios en la Academia Franz Liszt de Budapest serían interrumpidos por un paréntesis dramático (la ocupación nazi y, por su origen judío, la deportación con la familia a los campos de exterminio, donde morirían su padre y su hermano), período tras el cual se graduaría en 1949 y ejercería de docente en la Academia. En 1956, con la intervención soviética contra el levantamiento de Hungría, se exilió a Viena (en 1967 obtuvo la nacionalidad austríaca). En el estudio WDR de la Radio alemana de Colonia descubrió en 1959 las limitaciones de la música electrónica, por lo que regresó a la instrumentación tradicional y desarrolló un original lenguaje expresivo basado en la micropolifonía (polifonía de compleja arquitectura tímbrica y riqueza cromática, cuyas texturas compositivas se imponen al ritmo o la melodía), que fue su particular alternativa al serialismo impartido en esos años por la escuela de Darmstadt.

En su catálogo se cuentan Música ricercata (1953), que Kubrick usó en su última película, Eyes Wide Shut, de 1990; las composiciones electrónicas Glissandi (1957) y Artikulation (1958); tres obras que marcaron su regreso a la instrumentación acústica como Atmósferas (1961), Aventures (1962) y Nouvelles aventures (1965); la obra para coro mixto Lux aeterna (1966), Lontano (1967), usada por Kubrick para El resplandor en 1980; Continuum para clavicémbalo (1968); Ramifications (1969); Concierto de cámara (1970); Tres piezas para dos pianos (1976, en las que manifiesta su admiración por el minimalismo de Riley y Reich); una ópera con libreto conjunto de Michael Meschke y Ligeti, Le grand macabre (1978, revisada en 1997), y las obras que él mismo califica como «posmodernas» Trío para violín, trompa y piano (1982, homenaje al trío homónimo de Brahms y a la sonata Los adioses de Beethoven), Concierto para piano (1985), Concierto para violín (1990, con referencias armónicas a Debussy y temas del sudeste asiático) y Non-sense madrigals (1993).

Lluís Cànovas Martí, «György Ligeti»Escrit per a Larousse 2000 (Actualización 2007) , Editorial Larousse, Barcelona, 2006